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Muy en auge desde hace unos años, el Design Thinking es otra metodología creativa que apuesta por la innovación como motor de crecimiento.

“Se trata de una disciplina que usa la sensibilidad y métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable de negocios puede convertir en valor para el cliente y en una oportunidad para el mercado”. Nada mejor que las palabras de Tim Brown, profesor de la escuela de Ingeniería de Stanford University y creador de consultora Ideo donde se originó el concepto, para definir exactamente en qué consiste el Design Thinking.

Al ser un gran generador de innovación, se puede aplicar a cualquier campo. Desde el desarrollo de productos o servicios hasta la mejora de procesos o la definición de modelos de negocio por lo que empresas como Apple, Google o Zara lo utilizan.

El proceso de Design Thinking se divide en varias fases:

Proceso-de-Innovación-Guadalinfo

EMPATIZAR/COMPRENDER/OBSERVAR

El proceso comienza con una profunda comprensión de las necesidades de los usuarios implicados en la solución que estemos desarrollando, y también de su entorno.

DEFINIR

Identificaremos problemas cuyas soluciones serán clave para la obtención de un resultado innovador.

IDEAR

La etapa de Ideación tiene como objetivo la generación de un sinfín de opciones. A veces, las ideas más estrambóticas son las que generan soluciones visionarias.

PROTOTIPAR

En esta etapa se vuelven las ideas realidad. Construir prototipos hace las ideas palpables y ayuda a visualizar las posibles soluciones.

TESTEAR/IMPLEMENTAR

Se prueban los prototipos con los usuarios implicados en la solución que se esté desarrollando. Durante esta fase la idea evoluciona hasta convertirla en la solución que estábamos buscando.

Fuente: http://www.designthinking.es/