En los últimos años seguro habréis escuchado con frecuencia el término “inbound marketing”, uno más de los muchos términos anglosajones que se cuelan en nuestro vocabulario marketiniano, que fue acuñado por primera hace ya diez años por Brian Halligan, cofundador de Hubspot. La traducción directa de “inbound” (entrante) nos da una pista sobre qué estamos hablando.
¿Y de qué hablamos realmente cuando hablamos de inbound marketing? Básicamente este término hace referencia a un conjunto de técnicas de marketing basadas en una filosofía no intrusiva que consiste principalmente en hacer que sea el cliente quién te busque en vez de ir a buscarlo, para lo que se combinan diferentes acciones de marke. Teniendo en cuenta la avalancha de publicidad que nos atropella cada día sin que nos aporte ningún valor añadido es de agradecer que alguien en algún momento se plantease una nueva forma de hacer las cosas.
La irrupción de internet ha dado lugar a un cambio muy importante, por no decir radical, en nuestros hábitos de consumo, nuestra manera de trabajar, de relacionarnos y hasta de vivir. Estamos conectados permanentemente, todo es inmediato, la información nos sobrepasa, lo que hace complicado manejarla y esto nos lleva a desechar todo aquello que no nos aporta algún beneficio y quedarnos con lo que realmente nos aporta valor. Ya no queremos que nos bombardeen a llamadas telefónicas ni recibir cientos de informaciones publicitarias que no nos interesan.
Aportar valor es la base del inbound marketing pero ¿cómo creamos valor?.
La creación de contenidos de interés es una de las claves. Es necesario que los contenidos que aportemos a nuestros clientes respondan a sus necesidades y en la medida de lo posible estén personalizados, solo así captaremos su atención. Lo acompañamos en su proceso de compra ofreciéndolo la información de valor que precisa teniendo presente en qué fase del proceso se encuentra (concienciación, investigación, decisión o acción). Es importante interactuar con nuestros clientes, por eso es importante conocer qué les interesa realmente.
Es clave tener muy presente que nuestros posibles clientes pasan por diferentes etapas en su proceso de compra, desde el momento que nos visita por primera vez hasta que finaliza el proceso. Conocer a nuestra cliente es vital para poder ofrecerle la información precisa en cada momento. El inbound marketing tiene esto presente. Para finalizar, estas son las cuatro fases bien diferenciadas en que basa su técnica:
Atracción: A través de blogs, redes sociales, newsletters, eventos, etc… atraemos a un usuario a nuestra página web ¿cómo? Con información que le resulte de utilidad. Para conseguir traer a nuestros clientes potenciales por el embudo de conversión es imprescindible cuidar el tipo de contenido y el tono y tipo de mensajes que difundimos.
Conversión: El concepto conversión hace referencia al momento en que el cliente cumple los objetivos que fijamos para él en nuestro espacio web. Hemos sido capaces de atraerlo, de que vea nuestros contenidos, es entonces cuando tenemos que captar sus datos para incorporarlos a nuestra base de datos de potenciales clientes. ¿cómo? De nuevo con contenidos relevantes lo suficientemente interesantes como para que nos facilite sus datos a cambio de descargarlos.
Cierre: Tenemos ya en nuestras bases de datos asi que es el momento de crear contenidos personalizados con información que les sirva de ayuda para tomar decisiones de compra.
Fidelización: Es una cuestión de enamorar a nuestro cliente, de hacerle sentir que es único para nosotros. Fidelizar a un cliente significa tener un amigo fiel que será embajador de nuestra marca.